jueves, 12 de febrero de 2009

En paralelo y en espiral

Las trayectorias paralelas en ocasiones se vuelven convergentes. Es entonces cuando me brillan los ojos, cuando sonrío sin razón aparente y cuando nada en el mundo puede alterar mi estado de ánimo. Si, además, la covergencia es asintótica, entro en estado de shock: pieles que se aproximan y susurros y guiños cómplices. Me convierto en mi propio reflejo invencible y desafío a la gravedad. Pero ella es más fuerte. Siempre es más fuerte que yo. Y entonces entro en régimen turbulento, en una espiral confusa que hace que me vuelva huraño y estúpido y que me convierta en un ser despreciable con síntomas de autodestrucción. Y rezo para que no te llegue la onda expansiva. Para que salgas indemne y me guíes hacia el mundo de días azules que tú propones y yo no distingo. Para que el camino se torne liso y llano. Para que la espiral se convierta en dos trayectorias divergentes. Y para que aprendamos a caminar hacia atrás. Juntos.