martes, 6 de octubre de 2009

Escrito en el viento

Así se titulaba el artículo de opinión que diariamente, sin absentismo ni vacaciones, publicaba La Opinión El Correo de Zamora con la firma de José Ángel Barrueco desde 2001 y que, de pronto y sin que haya mediado explicación alguna, ha desaparecido de sus páginas.

Ya he hablado por aquí de JAB más veces, y creo que todos los que de una forma u otra os pasáis por aquí le conocéis. Se puede estár más o menos de acuerdo con el contenido de sus artículos o con la forma de los mismos; te pueden gustar, o no, sus novelas y sus relatos o el contenido de su blog, enlazado aquí al lado; te puede caer simpático o resultarte un muermo... Pero lo que no es discutible es que es un zamorano enamorado de esta ciudad que tanto queremos y tanta pena nos da en ocasiones, y que es buena gente. A mí con eso, me sobra.

El domingo pasado me extrañó no verle en su sitio habitual. Supuse que la nueva directora le había reservado otro espacio, ya que entre semana apareció un día en la contraportada. Le dí un par de vueltas al periódico (solo me faltó sacudirlo, a ver si caía), pero allí no estaba el artículo de JAB, por ningún lado. El lunes, lo busqué de nuevo, y nada. Hoy mismo, a vuelta de correo electrónico, el propio Kankel me confirmaba que se estaban cargando a casi todos los columnistas habituales por recorte de personal y que él había caído en ese saco. Parece ser que había escrito un artículo de despedida que no ha sido publicado. Lo más extraño de todo es que desde el propio periódico nadie ha informado de la desaparición de la columna. Un espacio con casi nueve años de antigüedad debería tener, por respeto a su autor y a sus lectores, un final digno. Esperemos que así sea.

Me quedo con estas palabras, rescatadas de Escrito en el Viento en forma de miniatura, que me han sacado una sonrisa:

Estoy en una edad difícil, incierta. Esa edad en la que, para las abuelas, soy un hombre; para las madres, un niño; y, para las adolescentes, un viejo.

Y esta otra:

Algo me aplasta estos días, estas tardes grises. Es la soledad, que aplaco leyendo. M llega muy tarde del trabajo. Me dice: "Intenta quedar con alguien, para no estar solo". Le digo: "No lo entiendes. No tengo necesidad de otros. Tengo necesidad de ti".